«Turkish, Beam Me Up!»

octubre 5, 2008

La televisión no llegó a Turquía hasta 1968, provocando una conmoción sin precedentes que llegó a hacer peligrar la floreciente industria cinematográfica del país. La novedad de las seiscientas veinticinco líneas puso en jaque a productores y exhibidores, obligándoles a adoptar nuevas estrategias de mercado para no sucumbir ante el imparable empuje de la “caja tonta”. Ni cortos ni perezosos, los muy piratas se lanzaron de cabeza a plagiar los más exitosos modelos televisivos del extranjero, perpetrando auténticas atrocidades a costa de series de culto como “Embrujada” (que contaría con tres versiones diferentes, a cada cual más casposa) o “Star Trek”.

En semejante coyuntura, “Türist Ömer Uzay Yolunda” (Hulki Saner, 1973) -algo así como “Ömer, un turista en Star Trek”- supone todo un hito del celuloide psicotrónico, al adaptar los viajes interplanetarios de la tripulación de la Enterprise a la peculiar idiosincrasia turca. La película cuenta la historia de Ömer, un entrañable gañán que es teletransportado accidentalmente a un lejano planeta de cartón piedra cuando está a punto de casarse de penalti con la fea del pueblo.

A partir de ese momento, nuestro amigo se verá envuelto en una ridícula trama fantástica en la que se dan cita algunos de los elementos imprescindibles del género, entre lo que caben destacar un puñado de matones biónicos, coros de “vedettes” en bikini y todo un ejército de alienígenas vestidos de leopardo capitaneado por un científico loco pasado de rosca. Por si esto fuera poco, el expolio a la imaginería “trekkie” alcanza cotas absolutamente delirantes tanto en las obtusas caracterizaciones de los personajes como en el cutrerío de los decorados y los abracadabrantes efectos especiales.

La trama avanza a trompicones, alcanzando el cúlmen de la desfachatez a partir del momento en el que nuestro protagonista, en un encomiable alarde de nobleza garrula, decide unirse al “Kaptan Kirk” y “Mr. Spak” (sic) en su intento por liberar a la galaxia de la amenaza de una especie de chupasangres interdimensional de lo más chusco. Para cuando la cosa termine, Ömer habrá regresado a los brazos de su parienta no sin antes descubrir que ha heredado los rasgos de su camarada vulcaniano (a modo de grotescas orejotas puntiagudas) y su habilidad para poner a dormir al personal de un pellizco en el pescuezo.

Entre medias, nuestro querido Ömer tendrá tiempo de hacer gala de su más que dudosa vis cómica a golpe de chascarrillos sexistas y diálogos de vergüenza ajena. No es de extrañar, puesto que la película fue concebida como un vehículo para el lucimiento de Sadri Alişik, toda una estrella de la comedia subdesarrollista con bastantes puntos en común con los Cantinflas, Paco Martínez-Soria, Alfredo Landa o Andrés Pajares de turno. De hecho, vista con algo de perspectiva histórica, su interpretación del precedente otomano del Marcial de “Muchachada Nui” dota al conjunto de una imprevista condición visionaria, al tiempo que nos sirve de inintencionado recordatorio sobre el valor universal de la infamia; algo sobre lo que deberían tomar buena nota los responsables de “Plutón VRBnero”.

“Türist Ömer Uzay Yolunda” (Hulki Saner, 1973) – Subitulada al inglés –